¡Pink Punters!



 ¡¡¡No podían faltar nuestras aventuras en Inglaterra!!! 

Visitando las fiestas más conocidas para crossdressers. Esta vez narra la historia Alicia Stone, una de las chicas que me acompañó en esta gran experiencia, al igual que Barbie, Amanda, Bea, Claudia y Anabel.
¡¡¡Es que nunca me dejan sola!!!

"El nerviosismo me afectó como de costumbre, pero con la salvedad que el día anterior preparé todo el equipaje. A las 8h de la mañana nos levantamos para terminar los últimos detalles y coger el bus a la T1. Esta vez no hubo ningún incidente que reseñar, a diferencia del vuelo a Sparkle. Todo correcto en los controles con la excepción de que a Barbie siempre abren la maleta para revisarla. Es ya tradición. ¡Sus pechos hacen saltar los controles!

Londres nos acogió con un sol de atardecer, sin apenas frío, así que cogimos el bus que nos llevaría a Milton Keynes. Menos de una hora de trayecto y tiempo para poder comer tranquilas. Terminada la comida, nos dirigimos a nuestro hotel en taxi. Decir que Milton Keynes es una ciudad a menos de una hora de Londres, repleta de polígonos industriales, naves y comercios. En medio de un prado verde apareció nuestro hotel, el Campanile-Milton-Keynes.



Al bajarnos del hotel, lo primero que vimos fue nuestro primer objetivo, con su maravillosa fachada y su autobús coloreado con los colores del movimiento LGTB ¡¡¡Pink Punter!!! Todo era idílico.
Sin problemas con las llaves y de camino a la habitación, nos dimos cuenta de que ¡el hotel era casi exclusivamente de crossdressers!

Muchas compañeras cruzando por el pasillo y con la sonrisa perenne en la cara, un trasiego constante de chicas entre el hall, el comedor y los pasillos. Estábamos rodeadas de todo aquello que buscábamos, confianza y amabilidad. Deshicimos las maletas y nos maquillamos ya que la hora de la cena se echaba encima. 

Poco después aparecieron Claudia Deveraux -actualmente vive en Londres pero es compañera de Madrid- y Annabel Grey -ella es inglesa y no la conocíamos en persona-. Nos acompañaron, una el resto del viaje, y la otra, el resto de la noche.


Ya listas nos dispusimos a cenar con el murmullo incesante de decenas de compañeras. Nosotras en una mesa con la vestimenta oficial de Dafnis Girls hablando y conversando lo maravilloso del entorno y lugar.

Como de costumbre, fotos del grupo y rápidamente a cambiarse para ir a la discoteca que está a menos de 60 metros del hotel. El único obstáculo para entrar al local es cruzar la carretera. 

De sopetón nos encontramos con una inmensa chimenea donde se agrupaba el gentío para calentarse. 
Nos dirigimos a la tercera planta donde estaban la mayoría de las compañeras. Una especie de buhardilla decorada en madera en la que había un ambiente más relajado y tranquilo. Mientras nos tomábamos la primera copa analizábamos el local. 

Nos dirigimos al vestidor en el que te puedes cambiar allí si quieres. ¡Parada obligada para hacernos miles de fotos con todos los espejos! Cuadros, imágenes, textos e incluso un tresillo que hizo las delicias en nuestras fotos…¡No faltaba detalle! ¡¡¡Un lugar de peregrinación obligatoria para todas!!!

Terminada la sesión de fotos, bajamos por unas escaleras imposibles, cruzándonos con innumerables compañeras cross. Decidimos bajar a la primera planta donde había una mezcla heterogénea de ambientes, música para bailar y, por supuesto, la barra americana que hacía las delicias de muchas de las presentes.

Posteriormente, tras pasar por la chimenea para calentarnos, nos dirigimos a la planta intermedia. En ella, con un ambiente más distendido, dimos rienda suelta a nuestros bailes. Poco tiempo después, teníamos a muchas compañeras inglesas bailando con nosotras. Nuestra presencia no pasaba desapercibida, no solo por la ganas de disfrutar sino por nuestra belleza. Continuamos bailando y saboreando el placer de estar entre amigas de sala en sala para gozar todo aquello que habíamos venido a buscar.

Pero todos los viajes tienen sorpresas. Antes de recogernos pidieron comida en el mismo local y no sabemos porqué no aparecía el tique de compra: sin el ticket no hay comida. Dafni ya les hablaba español porque quería comer pero seguían negándose a entregarla. ¡Ya eran más de las 5 de la mañana!

Todo quedó en una anécdota y camino hacia el hotel sin parar de pensar en la maravillosa noche transcurrida y algunas con la barriga llena. Y por fin, a eso de las 6 de la mañana, nos tiramos en nuestras camas sin parar de pensar que el viaje había merecido sobradamente el esfuerzo de todas”.

¡Pink Punters, we will come back!

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