Sonia: Un poco de historia
Un poco de historia: Desde hace muchos años, yo ya había tenido contacto con lo que en inglés llaman un dressing service, que es un servicio especializado para hombres que quieren tener una experiencia de presentarse como mujeres. Un servicio así, aquí en Vancouver, en el año 2000, fue lo que desencadenó que yo decidiera que esto tenía que ser parte integral de mi vida. Fue en esa primera sesión donde, en un instante, tuve que escoger mi nombre: Sonia.
Años después, en un par de visitas a Londres —que era una parada camino al trabajo en París— utilicé servicios allí, por dos razones principalmente: para tener la experiencia de un maquillaje profesional, y también para hacer conexiones con otras personas.
Por ahí del 2019 me enteré de la existencia de “Dafni Girls”, un servicio parecido a los que había vivido en Londres, pero basado en Madrid. En español, manejado por una chica española. Para ese entonces, el grupo de amigas que alguna vez tuve aquí en Vancouver había efectivamente desaparecido, y de mis amigas más cercanas solo seguía en contacto con una (las otras: mudanza, fallecimiento, transición). Entonces, como que se había vuelto una actividad más bien solitaria, exceptuando, por ejemplo, casos como Ibiza en 2018.
Cuando en 2020 llegó la pandemia de Covid, el estar encerrada en casa todo el tiempo me limitó completamente mis actividades como Sonia. Dafni, la dueña del servicio, comenzó a promocionar clases virtuales —para mantener el servicio a flote— y a mí, tanto por aprender más técnicas de maquillaje como, tal vez más, por el deseo de contacto humano con alguien con quien pudiera compartir este aspecto de mí, decidí tomar una clase. Obtuve claramente las dos cosas que quería.
Tomé otra clase al año siguiente —donde lo que aprendí mejoró notablemente mis técnicas— y, más importante aún, me mantuve en contacto. Cuando llegó el 2022, con las cosas un poco más normales, ellas reiniciaron una fiesta que ocurría en Madrid dos veces al año, planeada para abril.
En uno de esos casos en los que la vida te empuja en cierta dirección, unos días antes de ese evento habría conciertos de Groove Armada en Inglaterra, a quienes nunca habíamos visto en vivo.
Resumen: combiné ambos eventos en un mismo viaje. Los conciertos de GA fueron espectaculares, de lo mejorcito de toda la vida. La experiencia en Madrid cambió completamente este pedazo de mi vida. Conocí a gente nueva, en un ambiente distinto, en mi propio idioma.
Así como en el 2000 decidí que no habría marcha atrás, en esta ocasión decidí que este grupo seguiría siendo parte de mi vida.
(Continúa la semana que viene.)
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